Gasoline Taxation in Selected OECD Countries, 1970-79

IMF Staff Papers - Tập 27 - Trang 349-379 - 1980
Alan A. Tait, David R. Morgan

Tóm tắt

Desde 1974 la política energética de la mayoría de los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha tenido por objetivo reducir su dependencia del petróleo importado. Este objetivo adquirió carácter oficial en octubre de 1977, cuando los ministros de los países miembros del Organismo Internacional de Energía (OIE) adoptaron el llamado objetivo conjunto de limitar las importaciones de petróleo a 25 millones de barriles diarios para 1985. Uno de los medios preconizados para complementar las fuerzas del mercado fue el aumento de los impuestos a la gasolina. No obstante, lo ocurrido en siete de los países miembros de la OCDE en el período 1970-79 indica que, en términos reales, en general han disminuido los impuestos a la gasolina. En el informe del OIE de 1978 se manifestó la improbabilidad de que se cumpliera el objetivo conjunto y se expuso como uno de los motivos principales la subutilización de los impuestos a la gasolina. La importancia en general decreciente de los impuestos a la gasolina no obedece a que esté en duda su eficacia como instrumento de política energética. La evidente subutilización de los mismos parece más bien tener su origen en el temor de que el incremento de dichos impuestos resulte incompatible con el logro de otros objetivos, sobre todo la contención de la inflación, pero también con la distribución equitativa del ingreso, el crecimiento económico y el equilibrio externo. En este trabajo se procura evaluar las supuestas contradicciones con otros objetivos. La conclusión preliminar es que posiblemente se haya exagerado la importancia de dicha contradicción y que, en general, se ha hecho demasiado hincapié en las repercusiones macroeconómicas de una cuestión esencialmente microeconómica. Respecto de las supuestas contradicciones con el objetivo de combatir la inflación, dentro de los límites de las oscilaciones observadas en los impuestos a la gasolina, el aumento de éstos tendría efectos directos muy moderados en el nivel global de precios. Incluso, estos efectos directos pueden contrarrestarse utilizando los ingresos procedentes de dicho aumento, en todo o en parte, para reducir otros impuestos indirectos. Los efectos indirectos dependen de una serie de sucesivos ajustes monetarios, de salarios y de precios, que no son de ningún modo automáticos, y algunos de los cuales pueden encontrarse sometidos al control del gobierno. De manera más general, la conclusión inevitable es que desde 1973 la tasa general de inflación de los países de la OCDE está muy relacionada con la eficacia de la política fiscal y monetaria y prácticamente no tiene nada que ver con la tasa de aumento de precios de la gasolina. Los efectos de impuestos más elevados sobre la gasolina en la distribución del ingreso son varios; comprenden elementos progresivos y regresivos, no puede demostrarse que sean importantes y pueden ser contrarrestados, al menos en parte, por medidas del gobierno que utilicen una parte de los ingresos procedentes de dichos impuestos. Pudiera ser que los supuestos efectos perturbadores sobre la distribución de recursos atribuibles al incremento de los impuestos a la gasolina se fundamentaran, en parte, en concepciones erróneas sobre el carácter de los ajustes efectuados ante esos aumentos. Los estudios más refinados ponen de manifiesto que el principal ajuste ante el alza de la gasolina se realiza, desde luego, a largo plazo, mejorando el rendimiento de los vehículos de motor y no reduciendo considerablemente el número de kilómetros recorridos. Con lo expuesto no se pretende dar la impresión de que el aumento de los impuestos a la gasolina no implique costos sino que, a nivel macroeconómico, los costos son al parecer más moderados de lo que se dice en la mayoría de los debates sobre el tema.